Once miembros del equipo olímpico israelí fueron tomados como rehenes y luego asesinados, durante los Juegos Olímpicos disputados en la ciudad de Munich en 1972, por el grupo terrorista “Septiembre Negro”.
Los anfitriones buscaban dar una impresión muy distinta a la de los Juegos de Berlin 36´, en la que el régimen nazi había hecho del evento deportivo más grande del mundo, un enorme instrumento de propaganda, al igual que la Italia de Mussolini con el Mundial del 34´ o la Argentina de Videla organizando el mismo evento en el 78´.
Tras 10 días de competencia, un grupo de terroristas que se hacía llamar “Septiembre Negro”, entró a la Villa Olímpica vestido con ropa deportiva y bolsas de basuras donde tenían armas y granadas. Su vestimenta engañó al resto de los deportistas y personas que vieron el ingreso de los mismos, sin imaginar que estaba por pasar lo peor.
Rápidamente los terroristas tomaron el edificio en el que se encontraba la delegación israelí, y ante la resistencia de Yossef Romano (luchador) y el entrenador Weinberg, los ejecutaron en el instante. Esto ayudó a que ocho deportistas judíos puedan escapar, aunque otros nueve fueron capturados.
A partir de allí, el sueño más importante de aquellos deportistas que viajaron a Alemania para hacer historia, se terminó convirtiendo en una pesadilla. El comando terrorista que pertenecía a una facción de la OLP (Organización para la Liberación de Palestina) solicitaba la liberación de 236 presos palestinos que se encontraban en cárceles israelíes.
Tras 10 días de competencia, un grupo de terroristas que se hacía llamar “Septiembre Negro”, entró a la Villa Olímpica vestido con ropa deportiva y bolsas de basuras donde tenían armas y granadas. Su vestimenta engañó al resto de los deportistas y personas que vieron el ingreso de los mismos, sin imaginar que estaba por pasar lo peor.
Rápidamente los terroristas tomaron el edificio en el que se encontraba la delegación israelí, y ante la resistencia de Yossef Romano (luchador) y el entrenador Weinberg, los ejecutaron en el instante. Esto ayudó a que ocho deportistas judíos puedan escapar, aunque otros nueve fueron capturados.
A partir de allí, el sueño más importante de aquellos deportistas que viajaron a Alemania para hacer historia, se terminó convirtiendo en una pesadilla. El comando terrorista que pertenecía a una facción de la OLP (Organización para la Liberación de Palestina) solicitaba la liberación de 236 presos palestinos que se encontraban en cárceles israelíes.
"todos los atletas que habían sido capturados fueron asesinados"
Si bien dio la impresión de que se estaban haciendo los esfuerzos necesarios para destrabar el conflicto, sabemos que ningún gobierno negocia con terroristas y ésta no fue la excepción al caso. Las horas pasaron, y al ver que las negociaciones no llegarían a buen puerto, los extremistas palestinos solicitaron un avión para escapar a Egipto. El desenlace de esta historia tuvo lugar en el aeródromo Fürstenfeldbruck.
Durante la madrugada del 6 de Septiembre la toma de rehenes había finalizado, pero dejó el peor de los saldos: todos los atletas que habían sido capturados fueron asesinados. A ellos se le sumaron cinco terroristas (otros tres fueron capturados), un piloto y un policía. Los Juegos Olímpicos siguieron, pero con una mancha de sangre que quedará en la historia.
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