Informe Especial: La otra cara de las Redes Sociales y la Inteligencia Artificial

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Por Erica Jaime

Conectados, informados, vigilados.

Las redes sociales y la inteligencia artificial prometieron libertad, pero hoy moldean nuestra mente, emociones y decisiones.

La ilusión de conexión

Vivimos inmersos en una era donde todo parece posible con un clic. Nos informamos, opinamos, creamos contenido y hasta amamos a través de una pantalla. Pero, detrás de esa aparente libertad digital, se esconde un sistema diseñado para algo más profundo: capturar nuestra atención y convertirla en negocio.

Según la Universidad de Oxford, más de 70 gobiernos del mundo usan redes sociales para manipular la opinión pública. El estudio del Computational Propaganda Project reveló que bots y campañas automatizadas fabrican consensos falsos, influyen en elecciones y silencian voces críticas.https://www.oii.ox.ac.uk/research/projects/computational-propaganda/

En el documental El dilema de las redes sociales (Netflix), los propios ingenieros de Silicon Valley reconocen haber creado plataformas adictivas. “Si no pagas por el producto, vos sos el producto”, dicen.
El modelo de negocio —conocido como capitalismo de vigilancia, según la académica Shoshana Zuboff— no vende datos, sino predicciones de comportamiento. En otras palabras, lo que se comercializa es nuestra mente: lo que pensamos, sentimos y deseamos.

La otra cara de la Inteligencia Artificial


Cuando apareció la inteligencia artificial, muchos pensaron que sería la solución a los excesos de Internet. Sin embargo, lo que estamos viendo es su amplificación.
Los algoritmos de IA no solo aprenden de nosotros; también nos entrenan. Saben qué mostrar, qué ocultar, qué emoción activar para mantenernos conectados.

En su libro Superficiales, Nicholas Carr advierte que “Internet no amplía la mente, la dispersa”. Nos volvemos menos profundos, menos pacientes y más dependientes de la recompensa instantánea. libro completo Superficiales_Nicholas_Carr_Libro_Completo.pdf


Y mientras tanto, las grandes empresas tecnológicas compiten en una carrera sin frenos. Tal como advierte el informe Redes Sociales e IA: Riesgos y Denuncias, la inteligencia artificial repite los mismos errores que las redes sociales: manipulación emocional, vigilancia masiva y desalineación con el bienestar humano.

           video con sugerencias para no ser manipulado https://www.youtube.com/feed/downloads

La IA no es neutra: refleja los sesgos, la desigualdad y los intereses de quienes la programan. En palabras de Jaron Lanier, pionero de la realidad virtual, “el producto no sos vos, sino el cambio gradual de lo que pensás y hacés”.

Pantallas que piensan por nosotros

Los efectos sociales de esta cultura digital se sienten especialmente en las nuevas generaciones.
El neurocientífico Michel Desmurget, autor de La fábrica de cretinos digitales, lo advierte con datos alarmantes: los nativos digitales son los primeros niños con un coeficiente intelectual más bajo que sus padres 

De regalo libro completo 👉 https://qoodle.uvq.edu.ar/pluginfile.php/2583309/mod_resource/content/2/La%20fabrica%20de%20cretinos%20digitales-Michel%20Desmurget.pdf

Según Desmurget, el exceso de pantallas afecta el desarrollo del lenguaje, la atención y la memoria. Los niños pasan más de siete horas diarias frente a dispositivos y, antes de los 18 años, habrán dedicado el equivalente a 30 años escolares al consumo digital.

A esto se suma que la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció oficialmente la adicción a los videojuegos como un trastorno mental en 2018. Ver informe oficial de la OMS.
No se trata solo de entretenimiento: la exposición prolongada genera dependencia, aislamiento y alteraciones en el sueño y la conducta.

Los videojuegos, las redes y las plataformas de streaming funcionan bajo el mismo principio psicológico: estimular la dopamina, el neurotransmisor del placer inmediato. Cuanto más jugamos, más scrolleamos, más “me gusta” recibimos, más difícil es desconectarse.

La manipulación emocional invisible

La publicidad digital, el marketing político y la inteligencia artificial comparten un mismo método: usar las emociones como herramienta de control.
El neuromarketing —una rama que estudia las reacciones del cerebro ante estímulos visuales y sonoros— se aplica hoy en todos los ámbitos: desde anuncios publicitarios hasta campañas electorales.

Estudios recientes demuestran que los algoritmos aprenden qué tipo de contenido genera enojo, miedo o curiosidad, y lo promueven porque esas emociones mantienen al usuario más tiempo en pantalla.
Lo que antes era manipulación mediática hoy es manipulación personalizada, invisible, emocional.

Y lo más inquietante: la tecnología no solo observa lo que hacemos, sino cómo nos sentimos cuando lo hacemos. Esa información vale millones.


El costo humano del progreso

El impacto no es solo cognitivo. También es social, ambiental y ético.
Los servidores que alimentan a la IA consumen cantidades masivas de energía; los trabajadores que entrenan algoritmos —muchas veces en condiciones precarias— representan una nueva forma de esclavitud digital.  Mas información  👉Esclavitud digital-IA-2025.pdf
Como sostiene el documento Nueva esclavitud impulsada por la inteligencia artificial, la promesa de eficiencia tecnológica se sostiene sobre trabajo invisible, datos gratuitos y atención humana secuestrada.

Una generación en riesgo

Hoy, las consecuencias son visibles:

  • Aumento de la ansiedad y la depresión adolescente.
  • Déficits de concentración y memoria.
  • Pérdida de habilidades sociales presenciales.
  • Desinformación y polarización política.


El documental El dilema de las redes sociales (Ver El documental completo en Netflix) muestra cómo incluso los diseñadores de estas plataformas prohíben a sus hijos usarlas. Steve Jobs no permitía iPads en casa. Sean Parker, creador de Facebook, admitió que la red fue diseñada para provocar dependencia.

Belinda Parmar, ex “evangelista tecnológica”, resume el problema: “Ya no controlamos la tecnología; ella nos controla a nosotros”.


Repensar la relación con la tecnología

No se trata de demonizar el progreso, sino de recuperar el control.
La educación digital debe enseñar no solo a usar herramientas, sino a cuestionarlas.
El desafío es crear una tecnología más ética, que priorice la empatía y la verdad sobre el beneficio económico.

Como dice el documental, “esta es la última generación que sabrá cómo era la vida antes de la ilusión”.

Todavía estamos a tiempo de elegir: o seguimos alimentando a los algoritmos… o empezamos a alimentarnos de conocimiento

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