Los riesgos de sólo preocuparse por el peso. Freeimages |
En pleno boom de mujeres y hombres fitness, con cuerpos perfectos y músculos marcados, con dietas estrictas y presión constante. En pleno desarrollo de consejos y cuestionamientos en torno a los malos hábitos de alimentación, nos encontramos, sobre todo, con un riesgo: personas no profesionales comparten planes alimenticios que, según ellos, funcionan a la perfección en todos los que los llevan a cabo.
La mayoría de los consejos son en torno a: dejar harinas, tomar pastillas, no comer azúcar e intensificar los periodos de entrenamiento por sobre los de descanso. Dando lugar a especulaciones, desinformación y riesgos para la salud que en muchos casos pueden llevar al consumidor a enfermedades serias, efectos rebotes y otras tantas, un desenlace fatal.
Lo que olvidan decir, muchas veces, es que la obsesión con el cuerpo y la alimentación, genera nuevos trastornos: bulimia, anorexia, vigorexia, entre otras. Además, olvidan tener en cuenta la importancia de la salud mental, la aceptación del cuerpo y la meditación para que esto suceda.
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La principal preocupación de nutricionistas es la manera en la que el profesionalismo al momento de enseñar a comer se deja de lado por otra cosa: qué comer para responder a determinado estándar de belleza sin medir las consecuencias de apresurar los cambios en nuestro metabolismo.
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Lo que genera este boom fit es una nueva moda en base al cuerpo y a esperar resultados efectivos en corto plazo. En lugar de cambiar hábitos por otros más saludables que puedan perdurar en el tiempo, se focalizan en dietas estrictas y restrictivas que impiden una vida social placentera, conductas que son llevadas al extremo.
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También sucede algo que no tiene lógica directa: contar calorías. Reducir calorías o consumir hasta cierta cantidad es otra de las grandes leyendas de esta moda lo cuál es falaz: menos calorías no implica una vida saludable segura, sino mayores riesgos de caer en algún tipo de trastorno alimentario.
¿Qué es lo más importante? Cambiar hábitos, querer tu cuerpo, aceptarte y hacer ejercicios, pero disfrutarlos. La obsesión con el cuerpo, las comidas y el verse perfectos ante la mirada de los demás no es más que un espejo de una sociedad preocupada por gustar y no por gustarse. Después, el resto, viene solo.
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