Combatiendo el ciberacoso
Por Ignacio Olguín.
El acoso escolar (conocido en el habla inglesa como “bullying”) es un fenómeno antiguo como la vida misma. Se lo define como un tipo de comportamiento agresivo entre jóvenes, que se manifiesta a través del tratamiento abusivo y el uso de la fuerza para lastimar a otros, a veces de un modo físico y literal y otras desde un punto de vista verbal y de status. En todas las escuelas, en todas las clases, pueden darse situaciones de acoso. No todos los casos son extremos como para que los atacantes lastimen gravemente o las víctimas no puedan funcionar socialmente (y desemboquen en casos como el de la masacre de Carmen de Patagones) pero aún así debe combatírselo porque siempre causa angustia y sufrimiento en los estudiantes.
El ciberacoso es simplemente el traspaso de este acoso psicológico del mundo físico al mundo virtual de las nuevas tecnologías, mediante el envío sistemático de insultos a alguien o la publicación online de texto e imágenes ofensivas o dañinas. Este problema se inició –lógicamente- en el primer mundo, pero a medida que nos actualizamos tecnológicamente, también alcanza a nuestro país.
Aunque la tecnología no puede proveer una solución total para acabar con el ciberacoso, si puede proveer una serie de herramientas que asistan en prevenirlo y combatirlo. Para evitar los correos electrónicos ofensivos pueden utilizarse filtros que separen y eliminen automáticamente los insultos (a través de una lista de palabras “baneadas”, es decir, prohibidas). Sin embargo, estos filtros sólo son configurables en el correo de determinada pc y no en los servicios online como Hotmail o GMail que son los más usuales. La solución en el caso de menores es bloquear el acceso a estos sitios desde conexiones públicas como las de la escuela para que los usen en sus hogares, donde pueden contar con sus padres si alguien los acosa o molesta.
Otro tema es la aparición de blogs y medios sociales como Facebook o MySpace. Con el advenimiento de la red 2.0, se ha vuelto increíblemente fácil publicar contenido online. Cuando se detecte material inapropiado u ofensivo hacía una persona, el curso de acción lógico es denunciarlo y contactarse con un moderador del medio. La mayorías de las redes y foros permiten además ocultar las publicaciones molestas y bloquear a los usuarios que agredan mientras se revisan las denuncias.
Un problema clave es que las últimas generaciones de teléfonos celulares traen consigo herramientas de acceso a Internet y es muy fácil para un niño usarlas a escondidas en cualquier momento. En los últimos días hubo gran revuelo mediático por el caso de una alumna de Entre Ríos que fue castigada (con la suspensión de su condición de abanderada) por subir fotos a Facebook durante el trascurso de una clase. Una semana atrás, en Salta, una chica de polimodal fue suspendida cuando durante un recreo llamó a una compañera haciéndose pasar por María Cash (la joven desaparecida hace tres meses durante un viaje al norte del país) generando así una denuncia de información falsa.
Si bien la telefonía móvil en manos de los chicos otorga la tranquilidad de poder ubicarlos en casi cualquier momento así como brindarles un medio de contacto en caso de emergencias imprevistas, también los expone a problemas de conducta (distracciones constantes) y a la posibilidad del acoso. En definitiva, la principal arma contra el ciberacoso es la educación. Tanto en el marco familiar como institucional escolar se deben inculcar los valores del respeto entre las personas así como los conocimientos referidos a un buen uso de la tecnología.
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Periodismo digital – Guillermo E. López - UNQ.
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