La contaminación de los cursos de agua es un grave problema en el conurbano bonaerense. En Avellaneda existen dos cuencas, el arroyo Sarandí y el Santo Domingo, altamente envenenados con metales pesados que son nocivos para la salud.
Los vecinos cansados de convivir con sustancias tóxicas y olores nauseabundos se han organizado para generar conciencia ecológica y lograr que las autoridades del municipio tomen cartas en el asunto. Sin embargo, la situación es cada vez peor.
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