Netflix, política y la Agenda Woke

La máquinita de plata 


Desde sus inicios, Netflix, funcionaba como cartelera on demand de titulos creados por diferentes productoras. su contendo no solo se definia por peliculas y series hiperconocidas, sino que también funcionaba como un display de las próximas historias que no conocias y que podrías disfrutar. Muchas de estas podían ser peliculas que hoy por hoy no tienen un público específico que las consuma, sino que se jactan de ser peliculas pochocleras, por lo que causo furor al ser una aplicación de caracter legal, algo poco visto para estas plataformas.

Con una membresia alcanzable, esta plataforma consiguió un estatus inquebrantable en muy poco tiempo. Todos tenían Netflix. Hasta se crearon terminos basados en su título, algo que muy pocos pueden decir que lograron, aún contando con un alto nivel de audiencia. Stremear, Skypear, googlear, son solo estatus que muy pocos pudieron conseguir, y el juntarse a mirar netflix, aunque sea un dicho algo polémico por su denotación, solo se logró gracias a dicha popularidad dentro de las masas.

Cuando Netflix empezó a lanzar contenido propio, sus productores se dieron cuenta de que habían encontrado una auténtica máquina de hacer plata. Con House of Cards en 2013, gastaron unos 4 millones de dólares como primera serie original. Esta, consiguió muchos mas suscriptores de lo pensado. Fue así que su estrategia cambia y comenzaron a escribir historias para meterse en la agenda pública y moldear los imaginarios colectivos llegando cada vez a más y más audiencias. 



Ficción y política: el entretenimiento como discurso

Netflix entendió muy rápido que la ficción podía convertirse en política disfrazada de entretenimiento. Cuando lanzó House of Cards, no solo apostaron por una serie de intriga, sino que también mostraron cómo se pelea por el poder en Estados Unidos. No es casual que esta fuera su primera gran producción original, ya que marcó la cancha para que Netflix hable también sobre el terreno político.

Pero la realidad es que esto no es algo nuevo. Desde sus inicios, el cine y la televisión fueron vehículos de ideología. Durante la Guerra Fría, Hollywood producía películas donde los soviéticos eran villanos, reforzando la idea de la amenaza comunista. En Latinoamérica, muchas telenovelas reproducían modelos familiares tradicionales, reforzando valores conservadores que servían para legitimar el orden social de la época. Incluso en series más "inocentes" como las de superhéroes, la narrativa del héroe norteamericano siempre terminaba funcionando como propaganda cultural. Netflix lo que hizo fue modernizar esta fórmula. En lugar de transmitir ideología a través de un solo canal, aprovechó la globalización digital para meter esas narrativas en millones de pantallas al mismo tiempo. Series como Narcos, etc. ficcionalizan hechos "reales", transformando la política en espectáculo y logrando que más gente hable del tema en redes sociales y normalizando de alguna forma ciertos aspectos.



Lo mismo pasó con las temáticas de género. Cómo El cuento de la criada (de Hulu, pero que compitió directamente con Netflix) se volco en la plena ola feminista global, cuando las calles estaban llenas de pañuelos verdes y el movimiento #MeToo explotaba en redes. Ahí, Netflix supo que podía captar un público que se sentía representado y, de paso, empujar debates que ya estaban calientes en la sociedad. Tambien con tematicas fuertes sobre la comunidad LGBT+ se volvieron mas comunes, aunque antes era de nicho tratar estos temas. Y como dice Nicholas Carr: "El contenido de un medio es solo 'el trozo jugoso de carne que lleva el ladrón para distraer al perro guardián de la mente'" (1). O sea, más allá de la historia que vemos, lo que de verdad pesa es cómo el medio la empaqueta y la distribuye para distraernos de lo que realmente importa dentro de esta. "La evolución nos ha dotado de un cerebro que literalmente puede cambiar de forma de pensar una y otra vez. [...] Las vamos variando en función del modo en que vivimos y, tal como percibió Nietzsche, a través de las herramientas que utilizamos"(2).



Radicalización y nostalgia como estrategia

En menos de cinco años vimos un giro cultural. Pasamos de una apertura progresista a un regreso fuerte del conservadurismo. Varias productoras, que no lograron ver el cambio social, o que no lo quisireon ver, siguieron largando titulos que se convirtieron en polemicos por ser demasioado "woke", como pasó con algunos estrenos de Disney, que intentaron manipular la nostalgia de personajes clásicos para sacar una ganacia pero se ganaron el hate de todos lados. Para mí, estas estartegias no funcionaron porque cambiaron toda la historia sin tener en cuenta las implicancias de estos cambios. El hacer negra a la Sirenita no es el problema, lo que si lo es es el haber alterado completamente un personaje que tenia mucha carga emocional por parte de la audiencia y no dar respuesta a las dudas de los consumidores, aunque no sirvio de nada, ya que su exito en taquilla lo demuestra en contraposición de otras tiras que ha lanzado la productora, como Lightyear

Más que un gesto real de inclusión, muchas veces parece solo una forma de capitalizar polémicas. En vez de apostar por relatos originales o dar argumentos sólidos cuando hacen esos cambios, se refugian en el marketing y en la controversia.



¿Historias “woke” o decisiones de mercado?

En mi opinión, el problema no son las historias "woke" (si es que esa etiqueta existe o si solo se trata de darle visibilidad a identidades que antes no la tenían). Tampoco creo que nos estén “adoctrinando”. Sino que todo pasa por la plata que se genera o se pierde. La gente está tan agotada mentalmente que termina discutiendo sobre sí cambiaron la apariencia de un personaje, sin ver la implicacncia de este cambio. Carr describe muy bien este fenómeno: "En el pasado fui un buzo en un mar de palabras. Ahora me deslizo por la superficie como un tipo sobre una moto acuática" (3). Y eso pasa también con Netflix: consumimos y comentamos rápido, sin mucha profundidad.


Lo que sí deberíamos preguntarnos

Más allá de las polémicas, lo importante sería pensar cómo impacta cada decisión social en la trama y en los debates culturales que se generan. ¿Ese cambio tiene sentido dentro de la historia? ¿Aporta algo nuevo con respeto y información veridica? ¿O simplemente busca explotar un mercado momentáneo?

Netflix, como cualquier medio, marca agenda. Cómo decía McLuhan, “el medio es el mensaje”. Lo que hoy vemos como entretenimiento también es política narrada en formato de ficción. Y lo que está en juego no es solo la taquilla, sino nuestra forma de entender y analisar el mundo que habitamos.


Bibliografia:

1. Carr, Nicholas. "Superficiales", Prologo, p. 7.

2. Carr, Nicholas. "Superficiales". p. 23.

3. Carr, Nicholas. "Superficiales". p. 8. 


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