Mitos y leyendas de la imaginería sevillana



      Qué conocer si visitas Sevilla en Semana Santa



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Sevilla es un destino de referencia para el turismo religioso, atrayendo cada año a miles de visitantes durante la Semana Santa. Este fenómeno no solo mueve la devoción local, sino también un significativo flujo turístico: en 2023, la ciudad recibió más de 300.000 visitantes durante esta festividad. Cuando decides vivir la Semana Santa existen una serie de procesiones sevillanas imprescindibles que has de ver. Pero más allá de su impresionante estética, estas imágenes y procesiones esconden leyendas y relatos que conectan a los fieles y a los turistas con la historia y el alma de la ciudad.

Por ello, es importante conocer qué significado tiene para lo fieles sevillanos sus mayores atractivos turísticos. Para así poder vivir como un sevillano más su festividad mas importante. 


La Macarena



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La Virgen de la Macarena, símbolo de devoción sevillana, es conocida por su conmovedora imagen, marcada por lágrimas que representan el sufrimiento y la esperanza. Su presencia en la Semana Santa de Sevilla atrae a miles de fieles y turistas, convirtiéndola en un ícono cultural y religioso. Visitar su basílica es imprescindible si visitas la capital andaluza.





Pero más allá de lo visible, existe una leyenda poco conocida que ha conmovido a generaciones. La leyenda cuenta que hace muchos años, una madre llamada Consuelo vivía con su pequeño hijo Juan, un niño lleno de vida que adoraba a la Virgen de la Macarena. Cada semana, ambos visitaban a la Virgen para agradecer y pedir por su protección. Sin embargo, Juan enfermó gravemente y los médicos no encontraron solución. Desesperada, María llevó a su hijo a la Basílica de la Macarena, rogándole a la Virgen por un milagro.

Frente a la imagen, el niño, ya muy débil, miró a la Virgen y le susurró: “No llores, Madre”. Esa misma noche, el niño falleció en los brazos de su madre. Al día siguiente, quienes visitaron a la Macarena notaron algo extraño: una nueva lágrima en su rostro, como si la Virgen hubiera compartido el dolor de María.

Desde entonces, la leyenda dice que esa lágrima representa el dolor de todas las madres que han perdido a sus hijos, y que la Macarena llora con ellas, ofreciendo consuelo en sus momentos más oscuros.

El Cachorro



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El Cristo de la Expiración, más conocido como El Cachorro de Triana, es una de las imágenes más veneradas y reconocidas de la Semana Santa sevillana. No solo por lo que el escultor consiguió transmitir, sino por toda la historia que gira en torno a su creación.

La leyenda cuenta que a finales del siglo XVII, el escultor Francisco Antonio Ruiz Gijón buscaba inspiración para esculpir un Cristo que capturara el momento exacto de la expiración. Aunque había intentado varias veces, ninguna de sus ideas parecía dar con la expresión perfecta, hasta que encontró a un gitano de Triana conocido como "El Cachorro".

El Cachorro fue víctima de una traición: un ataque mortal motivado por los celos del marido de su supuesta amante. Mientras agonizaba en plena calle, Ruiz Gijón presenció su último aliento. En ese preciso instante, los ojos del Cachorro, a punto de cerrarse para siempre, quedaron grabados en la memoria del escultor.

Esa imagen fue la inspiración definitiva para la obra que terminaría siendo el Cristo de la Expiración. Cuando finalmente la talla fue mostrada al público, el realismo del rostro impresionó a todos. Los habitantes de Triana decían que la expresión del Cristo era idéntica a la del Cachorro en el momento de su muerte.


La Hermandad del Gran Poder



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La Hermandad del Gran Poder impone su presencia, solemnidad y respeto mientras pasea por las calles de Sevilla. Su procesión, durante la Madrugá, se caracteriza por un silencio casi absoluto, que se ha convertido en una tradición sagrada. Ver a la Hermandad del Gran Poder es imprescindible si quieres sumergirte en la espiritualidad y devoción de los sevillanos.



Sin embargo, detrás de esa quietud tan venerada, se esconde una leyenda que pocos se atreven a olvidar. Se dice que hace muchos años, mientras el Gran Poder recorría las calles en una de sus procesiones nocturnas, el silencio fue roto por un hombre que, visiblemente ebrio, comenzó a gritar y burlarse del paso. Aquella actitud rompió la calma habitual, y la imagen del Cristo se detuvo de manera abrupta.

El hombre, que al principio no parecía intimidado, de repente empezó a perder su arrogancia. Su voz se fue apagando hasta que, con el rostro desencajado por el miedo, cayó de rodillas ante el Gran Poder. La leyenda dice que fue como si la imagen lo hubiera mirado directamente, obligándolo a pedir perdón entre lágrimas.

Desde aquella noche, el silencio que rodea al Gran Poder durante su paso no es solo una muestra de devoción, sino una señal de respeto a esa fuerza que parece habitar en la imagen. El rumor de lo ocurrido se extendió rápidamente por la ciudad, y desde entonces, los sevillanos saben que cualquier interrupción puede despertar un poder que es mejor no desafiar.

Cristo de las Tres Caídas



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El Cristo de las Tres Caídas es conocido por su representación de Jesús cayendo tres veces en su camino al Calvario. Su imagen, imponente y soberana, es un símbolo de consuelo para los sevillanos más devotos. La devoción hacia este cristo mueve a miles de sevillanos cada año. Su historia es una de las más importantes de la Semana Santa.

Según una leyenda que se ha transmitido a través de los años, durante una procesión en el siglo XVII, el paso del Cristo mostró un comportamiento extraordinario. Esa noche, Sevilla estaba sumida en una epidemia que había afectado a muchas familias. La llegada del Cristo de las Tres Caídas era esperada con gran esperanza por los devotos. Mientras la procesión avanzaba, el paso comenzó a detenerse de manera inexplicable frente a ciertas casas. En cada parada, el paso se quedaba inmóvil por unos momentos, como si respondiera a las súplicas de los fieles que rezaban por la curación de sus seres queridos.

Uno de los momentos más conmovedores ocurrió frente a una casa donde una madre estaba desesperada por la salud de su hijo gravemente enfermo. Cuando el paso se detuvo frente a su hogar, la madre sintió un profundo consuelo y paz. Esa misma noche, el niño mostró señales de recuperación y pronto se curó completamente.

La leyenda sostiene que estas detenciones eran una respuesta divina a las oraciones de los fieles, y desde entonces, el Cristo de las Tres Caídas es venerado no solo por su simbolismo del sufrimiento, sino también como un símbolo de esperanza y alivio en tiempos de necesidad.


¿Merece la pena visitar Sevilla en Semana Santa?



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Sí, merece la pena visitar Sevilla en Semana Santa, aunque es cierto que la ciudad se llena de turistas. Sin embargo, para vivir la verdadera Semana Santa sevillana, es importante entender lo que hay detrás de cada paso o procesión: una profunda devoción religiosa, tradiciones centenarias y un simbolismo que va más allá de lo que se ve. Solo así se puede apreciar plenamente esta celebración única.



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