Hoy, más de 400.000 niños que rondan desde los 12 años en adelante han disminuido el cociente intelectual, siendo mucho más notorio en el rango de edad de 18 a 22 años, fenómeno que hasta 1975 no se había dado ¿Nos estamos convirtiendo en seres incoherentes o no sabemos utilizar lo que hemos creado?
Todo lo que sube baja
Los baby boomers (nacidos de 1946 a 1964) fueron una generación que sorprendió a grandes investigadores del entendimiento humano, ellos sostuvieron a lo largo del tiempo un puntaje significativo en las pruebas de IQ. Dicho efecto se llamó Flynn, debido a su fundador, que buscaba refutar la idea de que los negros eran inferiores en razonamiento a comparación de los blancos.
Estos estudios sirvieron en gran medida para comprender su contra efecto, el inverso, en donde todas las generaciones posteriores a los 90 sufrieron de un deterioramiento intelectual. Alrededor de 400.000 niños que participaron del proyecto de evaluación de personalidad de apertura sintética (PEPA) mostraron caídas en la lógica y vocabulario, resolución de problemas visuales y analogías, habilidades computacionales y matemática.
Nativos e inmigrantes
Existe una gran diferencia entre los individuos que nacieron a la par de las pantallas y los que aún no se han familiarizado a ellas. Mark Prency define al primer grupo como nativos digitales debido a que evolucionaron con la red y el progreso tecnológico. En cambio, los inmigrantes digitales, debieron acomodarse a esta nueva necesidad. Esto genera una brecha digital y generacional entre padres e hijos.
El conocimiento entre ambas partes se da de forma diferente. El traspaso de los libros hacia las nuevas pantallas genero una disconformidad de parte de los adultos que estaban acostumbrados a los periódicos, historietas y cuentos, debido a que la información estaba procesada en líneas de texto que no contenían distracción alguna más que la que se encontraba en el exterior de su visión.
En el sesgo juvenil se produce un efecto contrario, los textos son consumidos a través de formatos de archivo y redes sociales plagadas de anuncios, notificaciones e hipervínculos, lo que dificulta la atención requerida para incorporar nuevos conocimientos. La lectura en la pantalla es diagonal, lo que termina obstruyendo la capacidad memorial de repaso.
Esto no significa que un grupo sea mejor que el otro, sino que cada uno lleva consigo mismo una costumbre arraigada. Los adultos han consumido información mediante libros durante años, lo que genera un peor desempeño lector mediante las pantallas, pero en las nuevas generaciones ocurre totalmente lo contrario, ya que han crecido con ellas y tienen una capacidad superior para leer en este formato.
El entretenimiento se transmuta
Uno de los principales problemas del uso de internet es la concentración, por ello muchos investigadores afirmaron que la perdida de comprensión lectora de los jóvenes se debe a la sobreexposición a las pantallas. Sin embargo, los fines recreativos que se usan para ello pueden comprenderse a través de una generación que fue puesta a la merced del entretenimiento, cuando en antaño las posibilidades eran limitadas o casi nulas.
Cuando los teléfonos móviles no existían en las aulas, la única distracción eran los aviones de papel, el compañero de banco o los dibujos a mano. El uso del receso era la principal fuente de distensión, donde se correteaba y jugaba a las canicas, la soga o las escondidas. En ese momento lo que se priorizaba era la interacción entre los demás niños y sus maestros.
Los espacios de ocio implicaban, en un pasado, una acción o movimiento porque no se tenía una concentración de contenido e información, como habituamos en la actualidad con los smartphones. Por lo tanto, el entretenimiento se buscaba, no se encontraba.
Lo que determino una mayor atención al aprendizaje de la época fue esta segmentación de actividades. Las enseñanzas estaban el colegio y la aprehensión en los libros sin obstrucción alguna. Además, los referentes de aquellos pupilos tenían un código de conducta diferenciado, en donde cualquier tipo de alboroto sería penalizado al instante, no dejando margen para la dispersión.
La situación cambia cuando hablamos de los nativos digitales, porque en ellos se trasporta un arsenal de diversión compactado en un pequeño dispositivo móvil. Aquí, en cualquier momento del día, pueden llegar todo tipo de notificaciones, y eso genera una mayor preferencia por la información inmediata. Se estima que si en un intervalo de 8 segundos no obtienen un estímulo del entorno digital, lo descartan.
Esta ansiedad o la incapacidad de tolerar tanto tiempo, prioriza el aprendizaje de las redes. Por lo tanto, la transmutación es evidente en el ámbito del entretenimiento, los jóvenes encuentran todo en un mismo lugar: interacciones sociales, conocimiento, información, mientras sus predecesores imploraban por un espacio de recreación.
Comprender para entender a este nuevo mundo
Los últimos resultados del Estudio Internacional de Progreso en Comprensión Lectora (PIRLS), mostraron un claro descenso en la competencia de la población infantil que integra la OCDE. Esta caída se relacionó, en primer lugar, con la pandemia de la COVID-19 y su correspondiente suspensión de clase, que luego fue reanudado mediante una modalidad virtual.
La preocupación llegó a oídos de los países primermundistas, que implementaron medidas preventivas como la prohibición de celulares en escuelas de Francia e Italia y una paralización digital del gobierno de Suecia ante el temor del desplome intelectual de sus estudiantes.
Sin embargo, los niveles de comprensión se van moldeando a la par de la revolución tecnológica de la época. En el libro de Nicholas Carr "Superficiales" se hace alusión a una entrevista realizada a Michael Merzenich en el año 2005, en donde menciona que Internet tiene la capacidad de provocar alteraciones fundamentales en nuestra disposición mental.
Tras observar que "nuestro cerebro se modifica a una escala sustancial, física y funcionalmente, cada vez que aprendemos una nueva habilidad o desarrollamos una nueva capacidad", Merzenich describe la Red como la última de una serie de especializaciones culturales modernas a las que los seres humanos contemporáneos dedican millones de eventos prácticos.
Esta manifestación, a la que hace mil años no estábamos expuestos, genero una remodelación en nuestros cerebros de forma masiva. Una entrada publicada en el blog de Michael en 2008 volvía sobre esta cuestión: "Cuando la cultura ópera cambios en el modo en que ocupamos nuestro cerebro, el resultado es un cerebro diferente", escribe, haciendo notar que nuestra mente fortalece aquellos procesos específicos que se ejercitan con más intensidad.
Por lo tanto, sería prematuro concluir que en definitiva cada vez somos más tontos, porque nuestro cerebro y comprensión está cambiando, y lo seguirá haciendo a futuro. También es posible que aún no se haya podido comprobar todo el potencial que tenemos con las nuevas tecnologías, ya que los exámenes de IQ apuntan a completar ciertos objetivos que se usan para medir los parámetros de las personas y estos estudios podrían adaptarse a nuevos métodos, tal y como nosotros nos adaptamos.
Fuentes consultadas:
https://www.eldiario.es/sociedad/son-nativos-digitales-listos-padres-debate-polemica-tesis-neurocientifico-frances_1_8003523.html
https://www.muyinteresante.es/actualidad/60407.html
https://lamenteesmaravillosa.com/nativos-digitales-los-primeros-ninos-menos-inteligentes-que-sus-padres/
https://www.uaeh.edu.mx/scige/boletin/prepa4/n10/e5.html
https://www.culturamas.es/2015/10/01/del-papel-a-la-pantalla-problemas-y-ventajas-del-cambio/
https://saposyprincesas.elmundo.es/actividades-ninos/madrid/aire-libre/rutas-y-excursiones/taller-de-supervivencia-en-familia/
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