El martes 1° de julio muchos despertaron con la sorpresa que el boleto mínimo había subido de $2,50 a $3. Sin avisos ni ningún tipo de anuncio, los usuarios, entre sorprendidos y enojados, acataron tibiamente la medida avalada por el propio gobierno nacional. Claro que las argumentaciones a este tarifazo dejaban bastante que desear: el incremento del boleto no fue producto de la puja salarial ni debido al aumento de costos de la empresa, sino por la expansión del poder adquisitivo del pueblo argentino y la disminución del desempleo. Algo totalmente inentendible.
Sin embargo, esta medida parece ser el comienzo a otros tantos aumentos ya que a la tarifa del transporte público le seguirán la de taxis y peajes.
Melina Celaya
Periodismo Digital
Guillermo E. López
Universidad Nacional de Quilmes
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